Volcán Nevado del Ruiz
Sobre el eje de la cordillera Central se levanta una de las estructuras volcánicas activas más conocidas de Colombia: el Volcán Nevado del Ruiz.
Así como los volcanes nevados de Santa Isabel y del Tolima, es parte del área protegida del Parque Nacional Natural Los Nevados.
Es el nevado más septentrional de la cordillera Central. Históricamente lo han observado una gran parte de los habitantes del país, desde Manizales por el occidente y desde el valle del Magdalena por el oriente. Se puede observar aun desde las partes altas de la ciudad de Bogotá en días despejados.
El volcán más peligroso de Colombia
Los indígenas quimbayas le llamaban Kumanday o bien Tamá. Mientras que a lo largo de la época de la Colonia y todavía en los primeros años de la vida republicana, fue llamado como Páramo de Erbé o bien Volcán de Erbé.
El nombre con el que en nuestros días se conoce fue tomado del capitán Francisco Ruiz, dueño de una finca de Pampaná en Chinchiná, Caldas.
El Volcán Nevado del Ruiz se encuentra en torno a las coordenadas geográficas 4°53’N y 75°19’W. Tiene una altura máxima de cinco mil trescientos treinta metros más o menos.
Su red hídrica discurre cara el flanco occidental sobre los ayuntamientos de Villamaría (Departamento de Caldas) a través del río Chinchiná, alimentado por el río Claro y las quebradas Nereidas y Molinos.
Cara el flanco oriental las aguas de fusión son recibidas por las cuencas de los ríos Lagunillas, Gualí y Robusto, pasando por los ayuntamientos de Murillo, Villahermosa y Casabianca (Departamento del Tolima).
Peculiaridades glaciológicas generales:
Tal vez es el glaciar y volcán más reconocido al interior del país, en especial por su actividad volcánica en las últimas décadas, como por el progresivo ascenso de turistas. Actualmente continúa cerrado para visitantes debido a su actividad volcánica y emisión de cenizas.
La masa glaciar del Ruiz se identifica por continuar unida a una sola matriz, solamente interrumpida por el Cráter “Arenas”.
Esto debido a la morfología del volcán, formada por 2 “mesetas” o bien planicies sobre la parte superior de la estructura. La primera corresponde con la planicie donde se emplaza el cráter Arenas y tiene una extensión aproximada de uno con seis km².
La segunda cuenta con una extensión aproximada de 1 km², se encuentra al sur de la primera y tiene una topografía menos plana y más redondeada, cubriendo lo que puede ser un domo volcánico.
Tanto la topografía previamente descrita, como la altura de esas 2 estructuras (localizadas las dos sobre los cinco mil metros), hacen que los glaciares que allá descansan tengan una tendencia a “conservarse” y a no probar procesos de fusión glaciar tan intensos.
No obstante, la actividad volcánica que caracteriza a la estructura, puede producir deshielos súbitos o bien prolongados a causa de ascensos en la temperatura de las rocas en la base del hielo o debido a la caída de material piroclástico.
Dada su relevancia para el país, localización geográfica estratégica y especialmente la actividad volcánica, el Ruiz es uno de los volcanes mejor monitoreados del planeta. Con instrumentos de alta tecnología, lo observan y miden profesionales minuto a minuto.
Macabra historia
En Colombia decir Nevado del Ruiz, significa decir muerte y destrucción.
La madrugada del trece de noviembre de mil novecientos ochenta y cinco el cráter Arenas del volcán Nevado del Ruiz despertaba de su sopor. Y lo hacía de la forma más mortal posible. La lava del volcán, ubicado a más de cinco mil metros de altitud, hacía descongelar la nieve, lo que provocó un incremento desmedido del caudal de los ríos.
La mezcla de lodo, piedras y lava resultante que bajaba de las cimas inundó múltiples pueblos y también hizo desaparecer una ciudad: Armero.
Era el peor desastre natural en Colombia. Un informe científico, había alertado sobre la lluvia de cenizas, nadie había pronosticado una erupción con consecuencias tan desastrosas.
Este no era el primer estallido del volcán, mas sí el más trágico. Y sus consecuencias ponían los pelos de punta: los ríos arrastraban los cadáveres por cientos y los equipos de rescate no daban abasto.
Poquito a poco iban llegando las imágenes de la tragedia: supervivientes cuya única indumentaria era una capa de lodo, personas enterradas… Y miles y miles de cadáveres bajo el lodo que no iban a poder ser salvados y que habían transformado a Armero en un camposanto.
Quizás más de uno recordará una foto que dio la vuelta al mundo de una niña llamada Omaira, que quedó enterrada hasta el cuello de lodo, lamentablemente la niña nunca pudo ser salvada.